Cuando un hombre ha sido culpado de un error, ¿no decimos siempre éste o aquél ha dado un paso equivocado en sus asuntos?¿Y el dar un paso equivocado no es acaso sino la evidencia de una falta de habilidad en el baile?.

Carta de Molière al Rey Luis XIV.

Hace poco leí, en un archivo fotográfico del New York Times, a Misty Copeland – primera bailarina principal afroamericana en la historia del American Ballet Theatre –; cuyo primer método de aprendizaje fue la observación. El siguiente, aunque ella no lo dijo, fue la imitación. Así aprendimos a caminar, a hablar, y a ejecutar otras actividades básicas del ser humano: intentando hacer lo que otros.

Antes del siglo XVII ningún bailarín asistía a ninguna escuela; no existían. Sin más: aprendían como aprendió Misty Copeland, quien dice haber llegado grandecita al ballet; por observación. Y después, haciéndole caso las corazonadas: escuchando el cuerpo.

La historia

…dando un salto de cuatro siglos a las academias en las que niñas y niños ofrecen su tiempo de ocio a cambio de lecciones.

Este objeto es recinto y casa. Y aunque cada vez más lo vestimos de rituales, su argumento es mucho más simple de lo que podríamos esperar y más significativa de lo que en aquel entonces imaginaron: El Rey Luis XIV, líder de grandes batallas y ególatra por su condición de Rey, gustaba de la danza. Eso es todo. El rey Luis XIV gustaba de la danza y haría hasta lo imposible para seguir sus caprichos monárquicos (por suerte para la danza) como cualquier otro Rey.

Aunque se dice que no fue su iniciativa, sino a petición de diferentes bailarines de la época, en 1661 fundó la Real Academia de la Danza. Esta fue la primera de este tipo y la convirtió en el método que aún perpetuamos para el aprendizaje del ballet. Luis XIV creyó que las escuelas eran necesarias para una mejor ejecución de la danza, para una profesionalización, que podía ser más que un simple entreacto de la ópera. Y trazó un trayecto que todavía recorremos hoy cuatro siglos después: la danza de escuela.

Las razones

«Mucha gente ignorante ha intentado desfigurar y destruir la danza» (Abad C. P28). Así iniciaban los argumentos de los bailarines que le pedían a Luis XIV tener un espacio para el aprendizaje de la danza; dignificaría a los bailarines ante la Corte, quienes hasta entonces solo eran un acto para entretener poco majestuoso. «Con la necesidad de proporcionar, con el deseo de reestablecer» continuaban, «este arte en su perfección». Y mejorarlo cuanto fuese posible como se ha hecho hasta ahora, dando un salto de cuatro siglos a las academias en las que niñas y niños ofrecen su tiempo de ocio a cambio de lecciones.

Finalmente, fuesen cuales fuesen las razones, solo faltaban un par de años desde la creación de la primer escuela de danza en el siglo XVII hasta la aparición de la Escuela de Ballet de la Ópera de París en 1713; hoy la más antigua de la historia.

Escrito por: Jessica Mileidy Agudelo
Periodista, UdeA
Ilustrado por: Jessica Mileidy Agudelo

Posted by:Acento Ballet

Revista digital de ballet.

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